San Andrés Cholula, Puebla, 26 de mayo de 2011. Con el objeto de dar cabal cumplimiento a uno de los acuerdos más importantes de la Alianza por la Calidad de la Educación y fortalecer y estimular el desempeño de los maestros, a partir de un marco de evaluación justo y pertinente, ayer se llevó a cabo aquí la Firma del Acuerdo para la Reforma de los Lineamientos Generales del Programa Nacional de Carrera Magisterial, acto en el que estuvo como testigo de honor el presidente Felipe Calderón y que fue encabezado además por la maestra Elba Esther Gordillo y por el Secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, con la presencia del gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle; los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y los Secretarios Generales de las diferentes secciones del país; los secretarios y secretarias de Educación Pública de las respectivas entidades federativas; integrantes de las organizaciones ciudadanas comprometidas con la educación, así como representantes de asociaciones de padres de familia y trabajadores de la educación en general. Por su importancia, se reproducen a continuación, las palabras del Presidente de la República y de la Presidenta del CEN del SNTE.
PALABRAS DEL PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN:
Muy buenas tardes.
Queridas amigas, queridos amigos.
Señor licenciado Rafael Moreno Valle, Gobernador del Estado de Puebla. Muchas gracias por su hospitalidad.
Señor Magistrado David López Muñoz, Presidente del Tribunal Superior de Justicia, y Diputado Guillermo Aréchiga, Presidente del Congreso. Presentes los Poderes del Estado de Puebla. Muchas gracias por su presencia. Estimada maestra Elba Esther Gordillo Morales, Presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Muy estimadas, muy estimados dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en todo el país.
Licenciado Miguel Ángel Huepa, Presidente Municipal de San Andrés Cholula. Muchas gracias por su hospitalidad.
General Marco Antonio Barrón Ávila, Comandante de la XXV Zona Militar.
Muy queridos maestros de México y, especialmente, muy queridas maestras de todo México.
Sabemos bien que el futuro del país depende de la educación. Más que lo que cuente nuestro petróleo, más que lo que tengamos de recursos naturales, el futuro de México depende de lo que sepan nuestros niños y nuestros jóvenes.
En plena era del conocimiento, en plena era del Internet, están llamados a triunfar aquellos que sean capaces de dominar el conocimiento. Y en este enorme desafío de la era del conocimiento es fundamental, es medular que los mexicanos aceleremos el paso y transformemos, y transformemos de raíz nuestro sistema educativo.
Nuestros niños, los millones de niños mexicanos, hijos de obreros, de trabajadoras. Los hijos, también, de las maestras y los maestros de México merecen y necesitan, verdaderamente, que les abramos la puerta de esa gran oportunidad no sólo para que puedan sobrevivir y sobrellevar, sino para que puedan triunfar en un mundo que compite ferozmente.
Vemos que en todo el mundo, incluso las inversiones cada vez más sofisticadas, están a la búsqueda de la mayor calidad y capacidad, lo mismo de obreros, que de empleados y de administradores. Vemos que las oportunidades en el mundo las están conquistando, y seguramente las conquistarán aún más, los pueblos mejor preparados. Por eso, celebro que estemos aquí reunidos, amigas y amigos, para atestiguar la Firma del Acuerdo para la Reforma del Programa Nacional de Carrera Magisterial. Y como muy bien ha dicho aquí la maestra Elba Esther, más que para reformarlo es para profundizarlo, es para reencauzarlo, es para llevarlo, precisamente, al curso profundo y verdadero en donde se encuentre, precisamente, la responsabilidad de la maestra y del maestro, su vocación de aprender y especialmente su vocación eficaz de enseñar, como también su merecido ingreso, reflejado, precisamente, en su salario obtenido con tanto esfuerzo.
Se trata de una decisión medular, que, además, estoy seguro, fortalecerá el papel de las maestras y los maestros de México en la transformación del país.
Yo quiero expresar mi más sincero reconocimiento a las y a los trabajadores de la educación, a su organización sindical, y decirlo con toda claridad, al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, por su disposición a dialogar, a exigir de manera responsable, a llegar a acuerdos, acuerdos que van más allá del legítimo y siempre respetado interés magisterial, sino que van por el interés de la Nación. Porque se podrán decir muchos estigmas y expresar muchos prejuicios acerca del SNTE, pero el hecho es que hemos podido dialogar, entendernos y buscar siempre la superación de México a través de una educación de calidad.
Ésta, el convenio que hoy se suscribe, es una prueba y una prueba tangible, como lo fue la Alianza por la Educación, por la Calidad Educativa, del compromiso del SNTE con el cambio educativo que necesita el país.
Y es por eso, por acciones como ésta, que ustedes ocupan un lugar central entre los grandes constructores del presente, pero sobre todo del porvenir de la Patria. Es importante recordar los precedentes, momentos importantes de nuestra historia, en el que las maestras y maestros han dejado constancia de su responsabilidad. Hace ya 18 años, en 1993, a iniciativa de las maestras y de los maestros, se creó el Programa Nacional de Carrera Magisterial, con el claro propósito de que las profesoras y los profesores contaran con los merecidos estímulos económicos, adecuados para responder a los retos educativos del país.
En 1998 se hizo el primer cambio al Programa para adaptarlo a los requerimientos de aquella época. Y hoy, a 13 años de distancia de ese ajuste, ustedes han mostrado nuevamente su visión de futuro, su responsabilidad para, precisamente, colocar nuevamente al magisterio nacional a la altura de los enormes desafíos que México tiene en nuestro tiempo.
La última década también, hay que decir, que más allá de que se reconozca o no, México ha obtenido logros importantes en educación. Gracias al esfuerzo de varias generaciones de educadoras y de educadores, hemos alcanzado ya una cobertura de 95 por ciento en instrucción básica. Y a nivel primaria, hoy cada niña o cada niño mexicano en edad de educación primaria, tiene un lugar en alguna primaria de la República Mexicana, por primera vez en la historia.
Hemos avanzado, es cierto, pero también es innegable que aún tenemos un reto urgente por superar: elevar la calidad de la enseñanza. Y algo que la sociedad mexicana reconocerá, tarde o temprano, es que en lugar de ocultar el problema, de negarlo, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y su liderazgo, ha decidido reconocerlo, enfrentarlo y superarlo, corregirlo; asumir una realidad, asumir la dimensión de la importancia de esa realidad en la vida nacional y en su futuro, y caminar, precisamente, en la dirección correcta.
Hace unos días, que recordaba hace un momento la maestra Elba Esther, el Día del Maestro, precisamente en el Alcázar de Chapultepec, ella dijo: Los mexicanos requieren de una educación de mucho mayor calidad de la que disponemos hoy. De ahí la urgencia de tomar decisiones de hondo calado, para encontrar los nuevos detonadores en el proceso de formación humana, que nos permitan, no sólo mejorar los niveles de bienestar y de competitividad del país, sino también cerrar las brechas de la desigualdad social.
Y es la escuela pública, precisamente, la igualadora de oportunidades entre los mexicanos; es la escuela pública la que permite cerrar esa enorme brecha, entre un niño nacido en la marginación y en la pobreza, y que no tiene acceso al conocimiento de calidad, y un niño que suele tener todas las oportunidades, a través de un proceso que exacerba la desigualdad de nuestro país.
Porque un niño que nace con todos los condicionamientos y satisfactores que el ingreso económico puede dar, puede, a su vez, tener el acceso a educación de calidad, y a la vez terminará siendo un profesionista, un ingeniero o un médico, que tendrá también éxito. Y la enorme desigualdad en México durante décadas, precisamente, y siglos, quizá, se da, precisamente, cuando los niños no tienen esa misma oportunidad, y entonces no pueden, de mayores, competir ni por un trabajo, ni por las oportunidades que otros niños pudieran tener.
La educación pública es esa gran igualadora. La educación pública es ese gran instrumento para combatir la desigualdad y la pobreza en el país. Pero para que ello sea posible, para que la educación pública cumpla con su misión igualadora de oportunidades en nuestra sociedad, terriblemente desigual, requiere indispensablemente que esa educación pública sea de calidad.
Es decir, que no sea el dinero, que no sea la posición económica, la que hace que un niño tenga acceso a educación de calidad y a conocimiento pleno y otro no. Que cada niño pobre, viviendo en la marginación y en la miseria, cuando vaya a la escuela reciba la misma o superior educación de calidad que cualquier otro niño de otra categoría social.
Eso es igualación de oportunidades.
Por eso, la calidad educativa, ahora expresada en este Acuerdo sobre Carrera Magisterial, es un acto de justicia en varios sentidos. Es un acto de justicia con esos niños, millones de niños en México, la abrumadora mayoría de los educandos en el país, que no tienen otra oportunidad de salir adelante, más que encontrarse con una maestra o con un maestro que se entregue plena y generosamente a su tarea y que cuente con los instrumentos para hacerlo.
Es de justicia con esos niños, que no merecen, no merecen carecer de la calidad educativa que les permitirá salir del ciclo de pobreza de la que vienen sus padres y sus abuelos y sus bisabuelos y sus tatarabuelos.
Romper ese círculo de pobreza a través de la educación de calidad que, como el fuego de Prometeo, libera, precisamente, de una esclavitud, que es la esclavitud de la ignorancia, de la falta de competencia, de la falta de habilidades, de la falta de éxito, de la falta de posibilidades de conseguir un trabajo digno, de la condena del desempleo o de la insuficiencia salarial.
Es un acto de justicia, también, con las maestras y los maestros de México por una simple y sencilla razón, porque ahora va a premiar con mucho mayor claridad y fuerza a las maestras y los maestros que cumplen, y que enseñan, y que se entregan generosamente a sus alumnos.
Sí, es cierto, probablemente, es posible, hay algunas o algunos maestros que quizá lo que menos quieren es enseñar en México. Pero la verdad es, y me consta, que la gran mayoría, la gran mayoría de las maestras y los maestros de México, entre los cuales están ustedes, no sólo sí quieren enseñar, sino que se entregan generosamente a la enseñanza y están cumpliendo una gran vocación y una misión humana.
Es el momento de premiar esa misión y esa vocación humana. Ha llegado la hora de reconocer más claramente, más nítidamente, y no sólo reconocer social, pública o políticamente, sino reconocer económicamente a esas buenas maestras, a esos buenos maestros que, insisto, son la mayoría, que se entregan a sus alumnos y que van a ser y están haciendo ya la diferencia entre un México poderoso por la calidad de sus jóvenes en el conocimiento o un México condenado permanentemente al atraso y al subdesarrollo.
La opción que hemos suscrito, Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y Gobierno Federal, es la opción del México próspero, porque nos resistimos a resignarnos simplemente a que México siga una inercia condenado al atraso y al subdesarrollo.
Porque no queremos seguir en esa secuencia de pretextos y justificaciones acerca de las condiciones de retraso de nuestro país. Porque no renunciamos, ni renunciaremos nunca, al desafío enorme, poderoso y esperanzador de ver a nuestro México convertido en lo que está llamado a ser: una gran Nación que prospera y es capaz de darle bienestar a todos sus hijos.
Hoy más que nunca, amigas y amigos, lograr una educación de excelencia es un requisito indispensable para igualar las oportunidades de superación de los mexicanos.
Sí, es cierto, nosotros hemos trabajado intensamente por ayudar a las familias más pobres, por construir escuelas, caminos rurales, clínicas por todo el país. Por proveerle una ayuda económica a través, por ejemplo, del Programa Oportunidades a casi 30 millones de mexicanos que están en la pobreza extrema.
Pero lo va a liberar al niño de esa familia no es ese apoyo económico. Lo que va a cambiar la suerte o la tragedia de esa familia de vivir en la miseria, será, precisamente, la educación que ese niño pueda recibir.
Para impulsar el crecimiento de nuestra economía en un entorno global tan competitivo, y para acelerar el desarrollo, incluso el desarrollo democrático del país, la clave es alcanzar la calidad. Y para alcanzar la calidad no hay que sacrificar al maestro. Al contrario, es fortalecer y es premiar la labor de las maestras y los maestros que sí cumplen en el país, y que, insisto, son la abrumadora mayoría, muchas veces, como dijo la maestra Elba Esther, denostada, vilipendiada, desprestigiada por pocos que son los que faltan a su gran responsabilidad.
Ese es justamente, amigas y amigos, el sentido estratégico del Acuerdo que hoy formalizamos. Y debo decir algo muy, muy importante, maestras y maestros, que este cambio, esta profundización en la carrera magisterial no implica de manera alguna la cancelación de los derechos adquiridos de maestras y maestros. Es más, no implica ni siquiera la reducción de uno solo de los niveles que ahora tienen las maestras y los maestros del país en Carrera Magisterial.
Los niveles de Carrera Magisterial, los ingresos y los derechos se respetan escrupulosamente. El objetivo es que los profesores impulsen con mayor fuerza el avance educativo de más de 26 millones de alumnos, en casi 200 mil escuelas públicas.
Para lograrlo, hemos acordado que los estímulos económicos que reciben, a través del Programa de Carrera Magisterial, se distribuyan, como ya se ha dicho aquí, por el Secretario, con apego a varios criterios.
Primero. Que el 50 por ciento del puntaje de Carrera Magisterial se determine en función del aprovechamiento escolar de los estudiantes, que es una expresión de la entrega y del cumplimiento de maestras y maestros. Es un cambio fundamental, porque por primera vez se le otorga mayor peso al efecto educativo, es decir, a la educación de calidad de los docentes en el aprendizaje de sus alumnos.
Segundo. Que un 20 por ciento del puntaje del Programa se otorgue con base en la formación continua de los profesores. Con esta decisión, se da un sólido impulso a la actualización y a la profesionalización de las maestras y maestros. Pero con una diferencia notable, que a partir de las necesidades que tienen los maestros, en lugar de reprenderlos o ignorarlos, la idea es ayudar a las maestras, y ayudar a los maestros, que las deficiencias, en su propia formación o en su ejercicio profesional, sean, precisamente superadas por estos programas de formación continua, que además serán reconocidos y recompensados con el 20 por ciento de los puntos de Carrera Magisterial.
Tercero. Que otro 20 por ciento del puntaje de Carrera Magisterial se determine en función de las acciones de las maestras y maestros, para resolver los problemas escolares más allá del aula. Cuántas maestras, cuántos maestros, como dijo la profesora Elba Esther, se quedan, precisamente, a atender a esa niña, a ese niño, que siente frustración por no poder ir al ritmo de sus compañeros, que quizá tenga un problema de aprendizaje, y quedarse pacientemente con él, ha sido hasta ahora una labor generosa, que pocos reconocen socialmente; quizá alguna mamá, que se de cuenta de ello, pero que nadie reconoce económicamente.
Cuántos maestros, además de lo que hacen se quedan con sus grupos y organizan su equipo de fútbol, o quizás los ayudan con algún instrumento, o les dan una charla acerca del peligro de las drogas, alguna charla que los prevenga, precisamente, para ejercer responsablemente su sexualidad.
Cuántas maestras y maestros son los líderes de su comunidad, que salen al frente para exigir, cuando va el Presidente, o el Gobernador, o el Alcalde, que se haga el camino, que se ponga el agua, que se atiendan los problemas de seguridad. Y esa labor de genuina vocación de líder social, que sí es reconocida en las comunidades, hoy también será reconocida, precisamente, en estas actividades de Carrera Magisterial, que implican estas actividades cocurriculares de la Carrera. Se busca, amigas y amigos, que se reconozca al maestro como líder, que se reconozca al maestro como formador, y que se le dé un estímulo a la maestra y al maestro para acercarse a sus alumnos, para hacer la escuela no simplemente el plantel, un edificio a donde van alumnos y maestros, sino comunidad verdadera, escolar: que sea el aprendizaje no simplemente lo que se expone en el pizarrón o se deja leer en el libro de texto, sino sea esa relación personal, íntima entre la maestra y el alumno. Que sea, precisamente, la Carrera Magisterial la guía por la cual se reconozca la vocación integral de los formadores de los mexicanos del futuro. Qué decir que este indicador no tiene precedentes. Se busca que el profesor asuma un papel activo en la solución de problemas que afecten el rendimiento de los alumnos, el rezago en el aprendizaje, la obesidad o el sobrepeso infantil, que ahora no se atiende, porque no hay quien tenga el estímulo suficiente para orientar a esos niños en su alimentación.
Dar enseñanza o estar pendiente para prevenir y evitar el hostigamiento y el acoso escolar, la violencia, que sí se da entre nuestros alumnos. Ayudar en la formación para prevenir las adicciones o la inseguridad, o evitar la formación de pandillas o la introducción de armas o de drogas en la escuela. En fin.
Se trata de que los maestros puedan trabajar en equipo con los estudiantes, trabajar en equipo con los padres de familia, con las autoridades educativas y civiles, con las organizaciones civiles involucradas. La meta es que los docentes puedan dedicar también tiempo a ser, precisamente, lo que son: líderes de la escuela y líderes de la comunidad.
Y cuarto. El 10 por ciento restante del puntaje. Que se defina a partir de los años en servicio y de la evaluación de sus competencias profesionales. Indicadores que han estado presentes desde el inicio de la Carrera Magisterial, y los mantendremos porque son un reconocimiento a la trayectoria y las capacidades de quienes han abrazado esta noble profesión.
Quiero decirles que muy pronto, como ya se ha dicho aquí, pondremos en marcha un nuevo esquema de evaluación universal de los maestros para seguir impulsando la mejora continua del trabajo de todas y de todos ustedes. En suma. Con esta Reforma al Programa de Carrera Magisterial estamos poniendo las condiciones para que las maestras y los maestros asuman el papel de liderazgo que les corresponde en el desarrollo de México. Así lo plasmamos en la Alianza por la Calidad de la Educación y lo hemos cumplido. Actualmente participan en este programa alrededor de 775 mil profesores, lo que representa el 65 por ciento del total de las maestras y maestros de educación básica del país. Esto significa que todo un ejército del saber se movilizará en aras de mejorar la enseñanza que reciben nuestros niños y jóvenes.
Queridas maestras, queridos maestros de México:
Hoy, reitero ante ustedes el compromiso del Gobierno Federal con todas y con todos los trabajadores de la educación para que tengan condiciones laborales y oportunidades de superación acordes con su trascendental labor.
No ha sido fácil. Hemos tenido, incluso, que navegar contra la corriente. Hemos sido objeto de todo tipo de críticas y denuestos, fundados e infundados, pero hemos seguido adelante en el esfuerzo por transformar la educación en México. Qué ha pasado en estos cuatro años.
Ha ocurrido que México realiza la mayor evaluación de alumnos del mundo para efectos de aprendizaje y corrección de estrategias, como es la Prueba ENLACE. Ha pasado también que por primera vez en la historia y con muchas resistencias, hemos provocado el concurso de plazas para sustituir viejos modelos que asignaban con criterios totalmente discrecionales, precisamente, la oportunidad de dar clase. Y les estamos dando paso a las mejores maestras y los mejores maestros, que a través de un examen, de un concurso de oposición pueden, precisamente, tener derecho a una cátedra.
Ha pasado también, amigas y amigos, que sin ser competencia directa, responsabilidad directa del Gobierno Federal, porque la educación se descentralizó desde 1993, a sabiendas que hay aulas con cristales rotos desde hace años, canchas de básquet sin canasta, escuelas que no tienen baños o no tienen baños para niñas, salones sin techo, hemos reparado 42 mil aulas, 42 mil instalaciones educativas en el país. Ha pasado también que estamos llevando, precisamente, a un proceso para dotar de aulas digitales a todas las secundarias de México, no sólo proveyendo computadoras, sino, sobre todo, yendo más a fondo con la conectividad. Ha pasado que a pesar de las resistencias y muchas, también, maledicencias, a través del esfuerzo que hemos hecho juntos, hemos avanzado con la homologación salarial de los maestros, algo que se juzgaba hasta hace poco imposible. Y año con año seguimos avanzando y proveyendo mejores condiciones para las maestras y los maestros de México.
Hemos avanzado, precisamente, en construir ahora, en el marco de la Alianza por la Calidad de la Educación, una reforma a la Carrera Magisterial. Y puedo decirles, amigas y amigos maestros de todo el país, que si esta reforma avanza, como estoy seguro que avanzará, si logramos alinear y premiar el esfuerzo de las maestras y los maestros que enseñan, que se entregan, que hacen que avancen sus alumnos, con la Carrera Magisterial, estaremos haciendo la mayor reforma por la calidad educativa, la mayor mejora y la mayor aportación por la educación que se haya en México, quizá, en los últimos 50 años.
Porque estamos, verdaderamente, transformando paradigmas y venciendo viejos prejuicios.
Si esta reforma, como esperamos, impacta, como impactará en la calidad de nuestros alumnos; si los alumnos son lo que queremos que sean, destacados, responsables, no sólo diestros en el manejo de las matemáticas o en el conocimiento de la geografía nacional y mundial, o en la sapiencia de nuestra historia, sino y, sobre todo, profundos amantes de la Patria, ciudadanas y ciudadanos en ciernes de bien, buenas y buenos mexicanos, amigas y amigos, esta generación, a la que ustedes pertenecen, la generación que tuvo el privilegio de celebrar el Bicentenario de la Independencia Nacional, y el Centenario de la Revolución, habrá correspondido el cambio para bien de la educación en el país.
Y con el cambio para bien de la educación en el país, vendrá también la transformación más profunda del México que queremos. Un elemento medular que motivó este cambio, fue el contestarnos a una pregunta elemental, que pienso, todo ser humano, tarde o temprano llega a plantearse en su vida. Cómo es que queremos ser recordados. Cómo es que queremos ser vistos cuando baje la polvareda de la escaramuza, cuando se mueva el polvo de la coyuntura y quede claro cuáles fueron los actos y cuáles las omisiones de nuestro tiempo.
Queremos ser recordados, simplemente, como una generación que pasó de largo, que hizo lo que las otras hicieron, y que dejó de hacer lo que las otras dejaron de hacer, o queremos pasar como una generación que tuvo la audacia de tomar los riesgos, de asumir los costos y de cambiar, y de cambiar a fondo la calidad de la educación en México.
Este acuerdo, que hoy atestiguamos, amigas maestras, queridos maestros del país, es un acuerdo que transformará de raíz la calidad educativa en México. Y por eso, queremos ser recordados como la generación que actuó a tiempo para mejorar las condiciones de vida del país.
Enhorabuena a todas y a todos ustedes.
Y vamos adelante, con la calidad educativa que los mexicanos merecen. Muchas gracias.