Hermosillo, Sonora, 2 de mayo de 2011. El profesor Fermín Borbón Cota, dirigió un mensaje en nombre de todas las organizaciones sindicales, en el acto realizado ayer aquí para conmemorar el Día del Trabajo, en el que subrayó la exigencia a los Poderes de la Unión de que no aprueben leyes regresivas ni lesivas para los trabajadores, y expuso las demandas más sentidas de los trabajadores, al tiempo en el que expresó textualmente que “no estamos dispuestos a sacrificarnos por la prosperidad de unos cuantos que cobran altas facturas sociales con el argumento de poner en riesgo sus inversiones; tampoco estamos de acuerdo que con el pretexto de insertarnos en la competitividad de una feroz economía de mercado se nos quieran escamotear los derechos conquistados”, en clara referencia a la reforma atentatoria que se pretende implementar a la Ley Federal del Trabajo. A continuación, el texto íntegro del discurso pronunciado por el Secretario General de la Sección 28 del SNTE.
COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS
TRABAJADORES QUE FORMAN PARTE
DE LAS DISTINTAS ORGANIZACIONES SINDICALES:
PÚBLICO EN GENERAL:
Este día, que se reconoce internacionalmente como “Día mundial del trabajo”, las distintas organizaciones sindicales y no gubernamentales nos hemos manifestado de manera organizada ante la sociedad y las autoridades locales para rendir tributo a quienes impulsaron con determinación y hasta con su sacrificio la demanda de mejores condiciones laborales y salariales para la clase trabajadora.
Precisamente, hoy se cumplen 125 años de la lucha inicial de miles de trabajadores integrantes de la “Unión Central Obrera de Chicago” que decidieron ponerse en huelga para exigir mejores salarios, jornadas laborales menos esclavizantes y condiciones de vida más humanizadas. Sin embargo, ese atrevimiento que fue el punto de partida de una lucha continua, les costó la vida y la cárcel a muchos de aquellos precursores de las luchas obreras y del movimiento sindical de nuestro tiempo.
Aun cuando nada justifica el sacrificio de vidas humanas, el pretexto para cometer aquella atrocidad contra los manifestantes, fue que “no podía permitirse el delirio de lunáticos poco patriotas que pudieran poner freno a la renaciente prosperidad de la nación norteamericana” de fines del siglo XIX.
¿Qué importó en aquel momento segar las vidas de quienes sólo reclamaban mejores condiciones de trabajo y un trato más humano? La ambición de fortuna y de poder y no la sangre de quienes realmente son el sostén de la producción y la economía de las naciones, valieron más que eso.
Esa lucha también tuvo eco en México, porque en 1906 los trabajadores mineros de Cananea se declararon en huelga para exigir salarios justos y trato igualitario, lo que provocó la intervención del gobierno, repitiéndose la historia con el asesinato de algunos de los huelguistas y la cárcel para otros.
Aquellas voces que reclamaban derechos y justicia ya no pudieron callarlas las amenazas ni las balas del gobierno, por eso al año siguiente, los obreros de las fábricas textiles de Río Blanco, Veracruz se sumaron a las mismas exigencias. Aun cuando esta lucha fue escrita con sangre, siguió creciendo en el mundo la esperanza de mejores condiciones laborales para la clase obrera.
Así es como en México, la Constitución de 1917 consagró algunos derechos constitucionales que deben ser sustento y rumbo de la lucha organizada que hoy nos toca emprender, sin temor ni descanso, porque estamos en la víspera de una posible reforma a la Ley Federal del Trabajo.
Compañeras y compañeros trabajadores:
No hay duda de que la clase trabajadora, obreros y empleados, estamos empeñados en construir una nación superior, con mayor desarrollo económico y social, que nos ponga en la competencia con las naciones más desarrolladas del mundo y consolidar un estado de derecho que elimine las inequidades y las injusticias.
Pero no estamos dispuestos a sacrificarnos por la prosperidad de unos cuantos que cobran altas facturas sociales con el argumento de poner en riesgo sus inversiones; tampoco estamos de acuerdo que con el pretexto de insertarnos en la competitividad de una feroz economía de mercado se nos quieran escamotear los derechos conquistados.
Si tienen que enfrentarse sacrificios y obtenerse beneficios, no deben ser sólo para un lado. Exigimos equidad y justicia en el ejercicio de nuestros derechos laborales, sociales y profesionales, porque históricamente no ha sido la clase trabajadora la gran beneficiada.
Hoy la clase trabajadora enfrenta el deterioro del poder adquisitivo acumulado por más de veinte años. Tenemos servicios institucionales de salud insuficientes y deficientes por el crecimiento poblacional y de derechohabientes, además de la pretensión del gobierno de universalizar los servicios de salud con la misma infraestructura.
Así también, sabemos que al amparo de la indolencia institucional, muchos de los conflictos laborales forman parte de los expedientes acumulados por años y sin posible solución en las dependencias del gobierno.
Al amparo de esa misma irresponsabilidad institucional, ha ido creciendo el abuso empresarial contra los trabajadores sin respetar jornadas ni contratos que les brinden las garantías consagradas constitucionalmente. Por eso es que ha crecido la pobreza, la economía informal y hasta la inseguridad pública.
Por eso es que, desde este foro que los trabajadores nos hemos ganado, exigimos a los Poderes de la Unión que no aprueben leyes regresivas ni lesivas para los trabajadores, porque no es cierto que con seis mil pesos mensuales se pueda pagar la mensualidad de un carro y de una casa, así como la colegiatura de escuelas privadas. Eso sólo es producto de los sueños más sublimes de funcionarios que no conocen la realidad que padecemos.
Todos los sectores de trabajadores nos pronunciamos por el mejoramiento de nuestras condiciones laborales, salariales y sociales, no por su creciente deterioro alentado por quienes dirigen los destinos del país y por quienes dominan la economía nacional.
Queremos un Estado de derecho pleno, no leyes que se violenten cada día. Queremos el progreso del país, no sólo el progreso de unos cuantos. Queremos un México con mayor desarrollo y competitividad, más justo, más democrático, equitativo, incluyente y en paz.
En fin, queremos mejores leyes para todos y no más sacrificio para los trabajadores.
DE LAS DISTINTAS ORGANIZACIONES SINDICALES:
PÚBLICO EN GENERAL:
Este día, que se reconoce internacionalmente como “Día mundial del trabajo”, las distintas organizaciones sindicales y no gubernamentales nos hemos manifestado de manera organizada ante la sociedad y las autoridades locales para rendir tributo a quienes impulsaron con determinación y hasta con su sacrificio la demanda de mejores condiciones laborales y salariales para la clase trabajadora.
Precisamente, hoy se cumplen 125 años de la lucha inicial de miles de trabajadores integrantes de la “Unión Central Obrera de Chicago” que decidieron ponerse en huelga para exigir mejores salarios, jornadas laborales menos esclavizantes y condiciones de vida más humanizadas. Sin embargo, ese atrevimiento que fue el punto de partida de una lucha continua, les costó la vida y la cárcel a muchos de aquellos precursores de las luchas obreras y del movimiento sindical de nuestro tiempo.
Aun cuando nada justifica el sacrificio de vidas humanas, el pretexto para cometer aquella atrocidad contra los manifestantes, fue que “no podía permitirse el delirio de lunáticos poco patriotas que pudieran poner freno a la renaciente prosperidad de la nación norteamericana” de fines del siglo XIX.
¿Qué importó en aquel momento segar las vidas de quienes sólo reclamaban mejores condiciones de trabajo y un trato más humano? La ambición de fortuna y de poder y no la sangre de quienes realmente son el sostén de la producción y la economía de las naciones, valieron más que eso.
Esa lucha también tuvo eco en México, porque en 1906 los trabajadores mineros de Cananea se declararon en huelga para exigir salarios justos y trato igualitario, lo que provocó la intervención del gobierno, repitiéndose la historia con el asesinato de algunos de los huelguistas y la cárcel para otros.
Aquellas voces que reclamaban derechos y justicia ya no pudieron callarlas las amenazas ni las balas del gobierno, por eso al año siguiente, los obreros de las fábricas textiles de Río Blanco, Veracruz se sumaron a las mismas exigencias. Aun cuando esta lucha fue escrita con sangre, siguió creciendo en el mundo la esperanza de mejores condiciones laborales para la clase obrera.
Así es como en México, la Constitución de 1917 consagró algunos derechos constitucionales que deben ser sustento y rumbo de la lucha organizada que hoy nos toca emprender, sin temor ni descanso, porque estamos en la víspera de una posible reforma a la Ley Federal del Trabajo.
Compañeras y compañeros trabajadores:
No hay duda de que la clase trabajadora, obreros y empleados, estamos empeñados en construir una nación superior, con mayor desarrollo económico y social, que nos ponga en la competencia con las naciones más desarrolladas del mundo y consolidar un estado de derecho que elimine las inequidades y las injusticias.
Pero no estamos dispuestos a sacrificarnos por la prosperidad de unos cuantos que cobran altas facturas sociales con el argumento de poner en riesgo sus inversiones; tampoco estamos de acuerdo que con el pretexto de insertarnos en la competitividad de una feroz economía de mercado se nos quieran escamotear los derechos conquistados.
Si tienen que enfrentarse sacrificios y obtenerse beneficios, no deben ser sólo para un lado. Exigimos equidad y justicia en el ejercicio de nuestros derechos laborales, sociales y profesionales, porque históricamente no ha sido la clase trabajadora la gran beneficiada.
Hoy la clase trabajadora enfrenta el deterioro del poder adquisitivo acumulado por más de veinte años. Tenemos servicios institucionales de salud insuficientes y deficientes por el crecimiento poblacional y de derechohabientes, además de la pretensión del gobierno de universalizar los servicios de salud con la misma infraestructura.
Así también, sabemos que al amparo de la indolencia institucional, muchos de los conflictos laborales forman parte de los expedientes acumulados por años y sin posible solución en las dependencias del gobierno.
Al amparo de esa misma irresponsabilidad institucional, ha ido creciendo el abuso empresarial contra los trabajadores sin respetar jornadas ni contratos que les brinden las garantías consagradas constitucionalmente. Por eso es que ha crecido la pobreza, la economía informal y hasta la inseguridad pública.
Por eso es que, desde este foro que los trabajadores nos hemos ganado, exigimos a los Poderes de la Unión que no aprueben leyes regresivas ni lesivas para los trabajadores, porque no es cierto que con seis mil pesos mensuales se pueda pagar la mensualidad de un carro y de una casa, así como la colegiatura de escuelas privadas. Eso sólo es producto de los sueños más sublimes de funcionarios que no conocen la realidad que padecemos.
Todos los sectores de trabajadores nos pronunciamos por el mejoramiento de nuestras condiciones laborales, salariales y sociales, no por su creciente deterioro alentado por quienes dirigen los destinos del país y por quienes dominan la economía nacional.
Queremos un Estado de derecho pleno, no leyes que se violenten cada día. Queremos el progreso del país, no sólo el progreso de unos cuantos. Queremos un México con mayor desarrollo y competitividad, más justo, más democrático, equitativo, incluyente y en paz.
En fin, queremos mejores leyes para todos y no más sacrificio para los trabajadores.